Writen by
habichuelacondulce.m@gmail.com
diciembre 09, 2011
-
0
Comments
República Dominicana.- El ex presidente de Costa Rica (1986-1990 y 2006-2010) y Premio Nobel de la Paz 1987, Oscar Arias, le pidió al presidente de Haití, Michel Martelly, no reorganizar las Fuerzas Armadas del país caribeño en el marco del proyecto Politique de Defense et Securité Nationale.Arias puso en claro que no desea violentar la soberanía del pueblo y el gobierno haitiano, pero que el vínculo que tiene con el país vecino, de cerca de 20 años, le impide quedarse en silencio ante lo que entiende es un error: invertir sumas millonarias en unas Fuerzas Armadas que podrían terminar lesionan la libertad del pueblo haitiano y atentando contra el propio presidente.
“En gran parte del mundo, y sobre todo en nuestra región, las fuerzas armadas han sido la fuente de la más ingrata memoria colectiva. Fue la bota militar la que pisoteó los derechos humanos de nuestros hermanos. Fue la voz del general la que pronunció las más cruentas órdenes de captura contra estudiantes y artistas. Fue la mano del soldado la que disparó en la espalda del pueblo inocente”, dice una parte de la misiva, dada a conocer este viernes, 9 de diciembre, y la cual es reproducida de manera íntegra al final de este texto.
El 6 de enero de 1995, el ex presidente Jean Bertrand Aristide emitió un decreto ordenando el desmantelamiento de las FF.AA., que con Martelly serían indemnizadas
A finales de septiembre de este año, el presidente Martelly anunció la conformación de un Estado Mayor Provisional y el restablecimiento de la Carrera Militar en Haití, como primeras medidas para ir recomponiendo las Fuerzas Armadas de ese país.
Según el plan, la Política de Defensa y Seguridad Nacional debió ponerse en práctica el mes de noviembre, y de inmediato se anularía el decreto del 6 de enero de 1995, emitido por el ex presidente Jean Bertrand Aristide, el cual ordenaba iniciar los preparativos para desmantelar las Fuerzas Armadas.
De manera inicial se seleccionarían 500 soldados, de un total de 650 que contempla “la política”, los cuales serían seleccionados por una comisión multisectorial, la cual también tendrá a su cargo la definición de los puntos en los cuales se establecerán cuarteles generales en ese país.
Martelly cumple con su promesa de campaña
"Muchos jóvenes esperan integrar la nueva fuerza", dijo Martelly meses atrás refiriéndose a la reorganización de las Fuerzas Armadas de un país que fue devastado por un terremoto el 12 de enero de 2010.
La recomposición y la indemnización de los militares fue una promesa de campaña de Michel Martelly, y para ello ha establecido un presupuesto inicial de 25 millones de dólares, sin embargo, el proyecto que se ha dado a conocer requerirá de una inversión de 95 millones de dólares, distribuidos de la siguiente forma: 50 millones de dólares para la creación de las nuevas FF.AA., 15 millones de dólares para la indemnización de los militares puestos en retiro por Bertrand Aristide, y 30 millones de dólares para el Servicio Militar Obligatorio.
CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE DE HAITI, MICHEL MARTELY
Por Oscar Arias Sánchez
Señor
Michel Martely
Presidente, República de Haití.
Excelentísimo señor Presidente,
A pesar de que no tengo el gusto de conocerlo personalmente, me he tomado la libertad de escribirle sobre un asunto muy puntual de su país, cuyos acontecimientos políticos sigo con un enorme interés. Mis palabras emergen del cariño que siento por el pueblo haitiano. No pretendo irrespetar la soberanía de una nación hermana, solo quiero brindar un consejo que veo escrito en el muro de la historia de la humanidad: en América Latina, la mayoría de los ejércitos han sido enemigos del desarrollo, enemigos de la paz y enemigos de la libertad.
En gran parte del mundo, y sobre todo en nuestra región, las fuerzas armadas han sido la fuente de la más ingrata memoria colectiva. Fue la bota militar la que pisoteó los derechos humanos de nuestros hermanos. Fue la voz del general la que pronunció las más cruentas órdenes de captura contra estudiantes y artistas. Fue la mano del soldado la que disparó en la espalda del pueblo inocente. En el mejor de los escenarios, los ejércitos latinoamericanos han significado un gasto prohibitivo para nuestras economías. Y en el peor, han significado una permanente fuente de inestabilidad para nuestras democracias.
El proyecto Politique de Defense et Securité Nationale plantea objetivos difusos, como son la presunta necesidad de recuperar la dignidad y la soberanía haitiana con la reinstalación del ejército. Haití no necesita volver a crear el ejército. Su seguridad interna puede estar a cargo de un cuerpo de policía profesional y bien capacitado, con los recursos necesarios que aseguren el cumplimiento efectivo de la ley, y su seguridad nacional no gana nada con un aparato militar que jamás será más poderoso que el de sus vecinos.
Como usted bien lo sabe, Haití, junto con Guatemala y Nicaragua, ocupan los tres últimos lugares de la región en el índice de desarrollo humano elaborado por el Programa de las Naciones Unidas. Quizás no sea casual que estos tres países compartan otras cosas: tienen o han tenido ejércitos fuertes y una reducida inversión social en educación y salud. Los 95 millones de dólares que busca el proyecto de Politique de Defense et Securité Nationale deberían ser invertidos en educación para su pueblo, en salud para sus niños, en fortalecer sus instituciones democráticas para garantizar una estabilidad política mínima, a fin de recuperar la confianza de los haitianos y la de la cooperación internacional, cuya ayuda es indispensable y lo seguirá siendo por un buen tiempo más.
Costa Rica, como Haití, es también un país pequeño. Su clima tropical lo expone a tormentas y a huracanes, y a otros desastres naturales. Sin embargo, mi país ocupa el lugar 69 en el mundo en el índice de desarrollo humano, y un niño que nazca hoy en Costa Rica espera vivir 79.1 años. Haití ocupa el lugar 145, pero la expectativa de vida del niño haitiano es 17.4 años menor que la del niño costarricense. De igual forma podríamos hablar de los años de escolaridad, o de los esfuerzos por reducir la brecha digital o del programa "Avancemos", el cual ofrece un estipendio a las madres que lo necesitan, para que sus hijos o hijas no abandonen el colegio. La diferencia entre la población de un país y otro se encuentra en la educación, en los años de escolaridad, en la enseñanza diversificada y en el pleno acceso a las tecnologías de la información y la comunicación. La población de una sociedad educada tiene muchas más oportunidades y puede aspirar a fuentes de empleo de mejor calidad.
Señor Presidente Martely, hubo una época en que mi pueblo colindaba al norte y al sur con la dictadura. Hubo una época en la que el silbido de la metralla sonaba muy cerca de nuestras fronteras. En lugar de tomar las armas, Costa Rica salió a luchar por la paz en Centroamérica. No nos hizo falta el ejército. Por el contrario, estar desmilitarizados nos permitió ser percibidos como aliados de todas las partes del conflicto.
En 1994, después de un intenso debate entre las diversas fuerzas políticas panameñas, en el que participamos activamente la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano y yo, finalmente el Congreso aprobó, por medio de una reforma constitucional, la abolición de las fuerzas armadas. Desde entonces, Costa Rica y Panamá comparten la frontera más pacífica del mundo. Y no es casualidad que sean, también, las dos economías más exitosas del istmo centroamericano, porque el dinero que destinábamos a nuestros ejércitos lo destinamos ahora a la educación de nuestros niños y a la salud de nuestros ciudadanos.
En 1995 Haití decidió desmovilizar a sus fuerzas armadas y puso fin así a un eterno rosario de golpes de Estado.
Esta fue una decisión que el mundo entero aplaudió. La Fundación Arias y yo, de nuevo, contribuimos con esa sabia decisión. Para Haití, el entrar en aquel selecto grupo de países latinoamericanos sin fuerzas armadas, junto con Costa Rica y Panamá, le abrió una ventana de esperanza que debe mantenerse abierta.
Señor Presidente: mi vinculación con Haití se remonta a casi veinte años atrás. Desde entonces vengo pidiendo al mundo desarrollado que no abandone a Haití, que condone su deuda externa, que le tienda una mano, que la cooperación sea abundante y oportuna y que la indiferencia no sea una opción. Pero Haití también tiene sus propias responsabilidades, y una de ellas es adoptar las decisiones políticas correctas. Intentar reinstalar el ejército sería una equivocación y es por ello que no puedo guardar silencio.
Haití podrá recuperar su dignidad cuando todos sus niños y jóvenes puedan ver el futuro con esperanza y los vientos del Caribe soplen igualmente venturosos para todos. Eso es lo que merece su pueblo, señor Presidente, y cuente conmigo para lograrlo.
Fraternalmente,
Oscar Arias Sánchez
Fuente:Servicios de Acento.com.do
No hay comentarios
Publicar un comentario