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mayo 14, 2013
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Por: Freddy E. Núñez M.En
días pasados, mientras conversaba con unos amigos, llego el tema obligado de
las tensiones que se daban en ese momento en la península coreana, debido a las
amenazas de Corea del Norte de atacar a sus vecinos del sur y a los mismos
Estados Unidos de América, y la posibilidad de que allí se iniciara una
confrontación de proporciones bíblicas.
Uno
de los participantes en la conversación, manifestó su total oposición a la
existencia de los ejércitos y fuerzas armadas, diciendo, cito: “Yo soy anti-militarista, estoy en
contra de todo lo que sea guardias”, y esas palabras quedaron en mi mente
dando lugar a este artículo.
Producto
de esa conversación, comencé a preguntarme: ¿Cómo serían las naciones hoy si no
existieran los ejércitos y las fuerzas armadas?
Lo
primero que hice fue trasladarme mentalmente a la Mesopotamia, entre los ríos
Tigris y Éufrates, al sur del actual Irak, a UR y URUK, las primeras
ciudades-estados de la civilización Sumeria y de la humanidad (unos 3,500 años
antes de Cristo), los más antiguos asentamientos humanos de los que se tiene
conocimiento, con organización urbana y supeditada a reglas de dirección y de
autoridades, a partir de estas, fueron multiplicándose vertiginosamente las
ciudades-estados en la región, conglomerados humanos con una misma lengua,
cultura y creencias que se unían en un solo territorio, pero que al mismo
tiempo y en territorios cercanos se creaban otras ciudades con marcadas
diferencias en estos rasgos característicos.
Este
tipo de organización social de las personas, llevo necesariamente a la creación
de una clase que dirigiera la formación y funcionamiento de esas
ciudades-nación, los dirigentes y autoridades, lo que necesariamente tenían que
velar por el crecimiento y seguridad de esas civilizaciones nacientes.
Pensé,
si a nadie nunca se le hubiere ocurrido formar ejércitos ni fuerzas armadas,
cuál sería la actitud, la acción o decisión de los dirigentes de una
ciudad-nación “A”, Si los dirigentes o clase gobernante de una ciudad-nación
“B”, debido al poco crecimiento y desarrollo de su pueblo, o por meramente la
ambición de los mismos, decidieran buscar los recursos más allá de sus
fronteras, en territorios de la ciudad-nación A, vecina a la B.
Entonces
me dije que la Ciudad-nación A solo podía hacer una de tres cosas o una
combinación de las mismas:
1) Entablar una negociación o conversación con B que de solución el
conflicto.
2) Permitir y Aceptar las acciones de la ciudad-nación B sobre la
ciudad-nación A.
3) Organizar la población de la ciudad-nación A, para defenderse de
la ciudad-nación B.
En
el primer caso, de suceder así, las necesidades de los recursos de A por parte
de B, no son prioritarios, en el segundo caso, está asegurada la desaparición
de A, y el tercer caso, explica la aparición de los ejércitos y las fuerzas
armadas.
Este
análisis, sin mayor profundidad y sin la rigurosidad de una investigación
histórica del origen de las fuerzas armadas y los ejércitos, nos indica que la
principal causa del surgimiento de estas instituciones está dada por una de dos
razones:
a) La necesidad de Defenderse de las agresiones de otras naciones
b) La necesidad de Agredir a otras naciones para obtener sus
recursos, territorios o grandeza.
Ese
orden de pensamiento me lleva a concluir que la necesidad de las naciones tener
ejércitos o fuerzas armadas, estuvo y está ligada, hoy más que nunca, a las
amenazas, riesgos y vulnerabilidades que estas presenten, pero también a
sentimientos humanos como son la ambición y la codicia, la necesidad de poder y
grandeza que se pudo o ha podido anidar en la mente y corazón de los dirigentes
de dichas naciones.
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