Writen by
habichuelacondulce.m@gmail.com
mayo 16, 2017
-
0
Comments
El 16 de agosto de 1930 Rafael Leonidas
Trujillo Molina ascendió formalmente al poder. Hoy se cumplen 87 años de ese
acontecimiento. Trujillo había sido elegido en los comicios celebrados el 16 de
mayo, en medio de una gran oleada de represión contra los sectores que se le
oponían,
y que culminó con el horrendo asesinato de Virgilio Martínez Reyna y
su esposa, la noche del 1ro. de junio de 1930, cometido por una banda de
forajidos que penetró en su hogar de San José de las Matas, propinándoles
varios disparos y puñaladas.
Dieciocho
días después del ascenso de Trujillo al poder, el 3 de septiembre, el ciclón de
San Zenón, cuyos vientos sostenidos superaban los doscientos kilómetros por
hora, destruyó la ciudad de Santo Domingo, quedando solamente de pie los viejos
edificios coloniales de piedra centenaria.
El
número de victimas fue de más de 2,000 muertos y seis mil heridos, colapsando
igualmente todo el sistema industrial y comercial, así como grandes extensiones
agrícolas. Y esta calamidad nacional se enmarcó dentro de la gravísima
situación del crack de la economía internacional que se produjo a partir de
octubre de 1929 con el desplome de la bolsa de valores de Nueva York.
El
efecto combinado de esta recesión internacional, con la consecuente caída de
los precios de nuestros rubros de exportación, más los daños cuantiosos del
ciclón de San Zenón, habrían de producir una crisis económica muy grave en la
República Dominicana.
Así,
mientras en el año 1929 el total de nuestras exportaciones fue de 23.7 millones
de dólares; para 1931, primer año completo del gobierno de Trujillo, el valor
de las exportaciones cayó a apenas trece millones de dólares. Por su lado, las
importaciones, que en 1929 habían alcanzado la suma de 22.7 millones de
dólares, en 1931 apenas alcanzaron los diez millones dólares.
El 16 de agosto de 1930 Rafael Leonidas
Trujillo Molina ascendió formalmente al poder. Hoy se cumplen 75 años de ese
acontecimiento. Trujillo había sido elegido en los comicios celebrados el 16 de
mayo, en medio de una gran oleada de represión contra los sectores que se le
oponían, y que culminó con el horrendo asesinato de Virgilio Martínez Reyna y
su esposa, la noche del 1ro. de junio de 1930, cometido por una banda de
forajidos que penetró en su hogar de San José de las Matas, propinándoles
varios disparos y puñaladas.
Dieciocho
días después del ascenso de Trujillo al poder, el 3 de septiembre, el ciclón de
San Zenón, cuyos vientos sostenidos superaban los doscientos kilómetros por
hora, destruyó la ciudad de Santo Domingo, quedando solamente de pie los viejos
edificios coloniales de piedra centenaria.
El
número de victimas fue de más de 2,000 muertos y seis mil heridos, colapsando
igualmente todo el sistema industrial y comercial, así como grandes extensiones
agrícolas. Y esta calamidad nacional se enmarcó dentro de la gravísima
situación del crack de la economía internacional que se produjo a partir de
octubre de 1929 con el desplome de la bolsa de valores de Nueva York.
El
efecto combinado de esta recesión internacional, con la consecuente caída de
los precios de nuestros rubros de exportación, más los daños cuantiosos del
ciclón de San Zenón, habrían de producir una crisis económica muy grave en la
República Dominicana.
Así,
mientras en el año 1929 el total de nuestras exportaciones fue de 23.7 millones
de dólares; para 1931, primer año completo del gobierno de Trujillo, el valor
de las exportaciones cayó a apenas trece millones de dólares. Por su lado, las
importaciones, que en 1929 habían alcanzado la suma de 22.7 millones de
dólares, en 1931 apenas alcanzaron los diez millones dólares.
El
ritmo de la economía dominicana sufrió pues, un dramático descenso, al caer el
conjunto de las exportaciones e importaciones del año 1931 a la mitad de las
del año 1929.
Como
consecuencia, los ingresos del gobierno se desplomaron. Mientras en 1929 los
ingresos fiscales habían totalizado 15.4 millones de dólares, distribuidos en
cinco millones por rentas de aduanas y 10.4 millones por rentas internas; en
1931 en cambio, los ingresos totales del gobierno apenas fueron de 7.3 millones
de dólares, distribuidos en 2.9 millones por aduanas y 4.4 millones por rentas
internas.
Concomitantemente
con este deterioro de las cuentas nacionales, reapareció nueva vez el viejo
fantasma de la deuda externa.
En
efecto, entre 1926 y 1928, el gobierno de Horacio Vásquez había realizado una
emisión de bonos soberanos por un monto de diez millones de dólares a una tasa
de interés de 5.5% anual, y cuya amortización se iniciaría el 20 de agosto de
1930. Anteriormente, entre 1922 y 1926 se habían emitido diez millones de
dólares más en bonos, a igual tasa y cuya amortización fue postergada para
iniciarse igualmente en 1930.
Así
pues, al subir al poder, Trujillo heredó del gobierno de Horacio Vásquez una
deuda externa de veinte millones de dólares, más deudas internas por dos
millones de dólares.
No
obstante la dramática situación económica por la que atravesaba el país, Trujillo
se decidió por afrontar el pago de la deuda externa realizando los abonos
correspondientes a capital e intereses. Y así, al 31 de diciembre de 1932, la
deuda externa había sido reducida a US$16,498,500.00 o sea, el principal de la
deuda había sido reducido en tres millones y medio de dólares.
Esto
significó un enorme sacrificio para el gobierno, si se toma en cuenta que el
total de los ingresos fiscales durante los años 1931 y 1932 apenas sumaron la
cifra de 14.8 millones de dólares.
Como
consecuencia de ello, el monto de la deuda interna flotante creció, pero
Trujillo había logrado un efecto psicológico importante al rescatar la
confianza de los tenedores de Bonos norteamericanos en la capacidad de pago del
país y en la seriedad del gobierno dominicano.
Un
informe presentado por el Receptor General de Aduanas Dominicanas al jefe del
Negociado de Asuntos Insulares del Departamento de Guerra en Washington dice lo
siguiente:
“No
se puede decir que en el 1932 se experimentara mejoría alguna en las condiciones
de las deudas de los países Latinoamericanos; al contrario, los efectos de la
depresión continuaron pesando fuertemente sobre ellos lo mismo que sobre el
resto del mundo. Por tanto merecen crédito y reconocimiento aquellos gobiernos
que han tratado concienzudamente de cumplir sus obligaciones internacionales, y
la República Dominicana figura en esta lista”.
Para
el año 1933 se hicieron nuevos abonos, aunque módicos, al capital de la deuda
externa, y al 1ro de enero de 1934 esta había sido reducida a US$16,320,500.00.
El
cumplimiento con la factura de la deuda externa significó para el país una
pérdida neta de capitales, lo que agravó aun más la situación económica por la
escasez de circulante. El gobierno dominicano exigió entonces condiciones de
pago más favorables que le permitieran disponer de recursos con que iniciar un
programa de obras públicas para propiciar el progreso material del país y el
bienestar del pueblo.
Las
negociaciones se llevaron a cabo con el “Consejo Protector de Tenedores de
Bonos Extranjeros, Inc.”, una organización creada a principios de 1934 por el
Pte. Franklin D. Roosevelt, e integrada por prominentes ciudadanos
norteamericanos con el propósito de reajustar las emisiones de Bonos Extrajeron
circulantes en los Estados Unidos.
Se
aprobó entonces una moratoria de cuatro años para la mortización de capital de
la deuda externa, y se prorrogó el vencimiento de dichos Bonos por veinte y
treinta años más respectivamente.
Ello
produjo un gran alivio en las finanzas dominicanas, y el gobierno se embarcó
entonces en un vasto plan de obras públicas que relanzó la economía,
incrementando también el volumen de las exportaciones.
Y
así, en 1940 el gobierno dominicano pudo negociar con el gobierno
norteamericano la devolución de la soberanía de nuestras Aduanas, y para 1947
se liquidaba totalmente la deuda externa que por más de quince lustros había
pendido sobre la República como una espada de Damocles.
Por MIGUEL RAMÓN BONA RIVERA
Fuente/Periódico Hoy
No hay comentarios
Publicar un comentario