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febrero 14, 2020
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AP
Fuente/Listin Diario
Fuente/Listin Diario
Puerto
Príncipe
Miles de
jóvenes haitianos pasaron el 2019 en las calles para exigir la renuncia del
presidente Jovenel Moïse porque su gobierno no fue capaz de enfrentar años de
corrupción desenfrenada que desvió miles de millones de dólares de apoyo
internacional a cuentas bancarias en el extranjero.
Hasta ahora,
los opositores de Moïse han fracasado. El Parlamento de Haití cerró
indefinidamente en enero a causa del caos, lo que eliminó el control del poder
presidencial que paralizó a Moïse durante años. El jueves se cumplió el primer
mes en que el presidente gobierna por decreto.
Sin embargo,
el delgado exagricultor de plátanos no se ve como los hombres fuertes del
pasado de Haití. Con un débil apoyo político en casa y una comunidad
internacional temerosa de un retroceso democrático, Moïse no ha emitido
decretos significativos y miles de millones de dólares en apoyo para desarrollo
están bloqueados.
A tres años
de su periodo de cinco, el presidente parece que a duras penas puede imponer su
voluntad más allá de las puertas del Palacio Nacional en el centro y su
relativamente modesta casa alquilada en las colinas sobre Puerto Príncipe. En
la ciudad debajo, pandillas gobiernan barrios enteros y una oleada de
secuestros atemoriza a los ciudadanos comunes.
“A unos
cuantos pies del Palacio Nacional, pandillas armadas controlan las calles”,
dijo Paul Denis, quien fungió como ministro de justicia durante el gobierno del
presidente René Preval. “Pero el presidente que nos dirige, ¿qué hace? ¿Qué
hace para imponer el orden, para volver a estos bandidos inofensivos?
Absolutamente nada”.
Estados
Unidos, Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos intentan lograr
un pacto entre Moïse y su oposición que resulte en la declaración de una unidad
gubernamental y evite un regreso al caos en una isla que ha pasado por dos
golpes de Estado, la intervención de Estados Unidos, una misión de paz de la
ONU y un devastador terremoto en los 34 años desde acabó una dictadura que duró
décadas.
“El
presidente de la república no tiene poder y el pueblo exige todo al presidente
de la república”, se lamentó Moïse, de 51 años, el año pasado durante una
entrevista con The Associated Press. “El presidente es responsable de todo”. En
el vacío, aumenta la inseguridad.
Dos años
después de la salida de las fuerzas de paz de la ONU, jóvenes bandidos con
armas automáticas detienen autos aleatoriamente en las principales vías que
entran y salen de la capital Puerto Príncipe. La economía parece contraerse.
Sólo hay electricidad unas horas al día en gran parte de la capital.
Algunos
policías protestan las condiciones laborales y exigen un sindicato, que el
gobierno dice que sería ilegal. “La gente ha sido dejada a su suerte”, dijo
Edel Berger, un delgado aprendiz de abogado de 29 años que caminaba vestido de
traje al trabajo la mañana del martes a pesar del clima de 32 grados
centígrados (90 Fahrenheit). “Todos estamos en peligro. Cada haitiano necesita
comprar un arma para protegerse.
Es la ley de
la selva”. Junto con los embajadores de Canadá y Francia, diplomáticos de
Estados Unidos, la ONU y la OEA intentan persuadir a tanto actor político como
sea posible para acordar una agenda para conversaciones y sentarse a negociar.
“Estados
Unidos realmente querrá ver un movimiento hacia adelante aquí”, dijo la
embajadora Michele Sison a The Associated Press. “Establecer un acuerdo
político que resulte en un gobierno que funcione, poder mover este país hacia
adelante y recomenzar, esperaríamos, el crecimiento económico, traer a un
gobierno que funcione que pueda servir al pueblo”.
Con apoyo de
la comunidad internacional, Moïse exige mantenerse en el puesto hasta que pueda
supervisar la aprobación de una nueva constitución que fortalezca la
presidencia y elimine la capacidad de unos cuantos legisladores de la oposición
de bloquear prácticamente todas las leyes y nombramientos.
Los miembros
de la oposición moderada dicen que están abiertos a dicho acuerdo. Los
políticos intransigentes, que provocaron que el país se paralizara a finales
del año pasado al exigir la renuncia inmediata de Moïse, también hablan de
unirse a las negociaciones.
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