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octubre 20, 2011
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HASTA EL MOMENTO, EL GOBIERNO ESTADOUNIDENSE SE HA ABSTENIDO DE REACCIONAR DE MANERA OFICIAL El presidente de EE.UU., Barack Obama, hará hoy una declaración sobre la anunciada muerte del líder libio Muamar el Gadafi desde la Rosaleda de la Casa Blanca.
Obama se dirigirá a la prensa a partir de las 14.00 horas locales (18.00 GMT), tras lo cual su portavoz, Jay Carney, ofrecerá una rueda de prensa.
Hasta el momento, el Gobierno estadounidense se ha abstenido de reaccionar de manera oficial al anuncio hecho por integrantes del Consejo Nacional de Transición en Libia de la muerte del coronel Gadafi, a la espera de que se confirme con absoluta certeza la noticia.
Gadafi, quien accedió al poder en 1969, falleció en circunstancias aún no esclarecidas durante la toma de su ciudad natal, Sirte, uno de los bastiones gadafistas que más han resistido a los rebeldes durante el conflicto que estalló el pasado 17 de febrero.
Obama se dirigirá a la prensa a partir de las 14.00 horas locales (18.00 GMT), tras lo cual su portavoz, Jay Carney, ofrecerá una rueda de prensa.
Hasta el momento, el Gobierno estadounidense se ha abstenido de reaccionar de manera oficial al anuncio hecho por integrantes del Consejo Nacional de Transición en Libia de la muerte del coronel Gadafi, a la espera de que se confirme con absoluta certeza la noticia.
Gadafi, quien accedió al poder en 1969, falleció en circunstancias aún no esclarecidas durante la toma de su ciudad natal, Sirte, uno de los bastiones gadafistas que más han resistido a los rebeldes durante el conflicto que estalló el pasado 17 de febrero.
La Agencia France-Presse fue el primer medio internacional en obtener y difundir este jueves una foto de Muamar Gadafi muerto, después de haber sido capturado en Sirte, su último bastión en Libia.
El fotógrafo que la obtuvo, Philippe Desmazes, cuenta: "Estaba cubriendo la caída de Sirte y oí disparos al oeste de donde me encontraba. Los rebeldes nos explicaron que algunos hombres de Gadafi habían tratado de abrirse paso hacia el oeste por la noche. Hubo combates, pero aquello parecía más un festejo que un combate".
"Les pedí entonces a los combatientes que me llevasen a ese lugar. Una vez ahí, me mostraron unos grandes cilindros de hormigón en los que, según dijeron, Gadafi se había escondido antes de su captura. Un poco más lejos, vi a unos combatientes alrededor de un teléfono. Tuve la suerte de ser el único en haberlos notado".
"El dueño del teléfono me mostró las imágenes de la captura de Gadafi, filmada pocos minutos antes. Con la luz ambiente era muy difícil captar la pantalla. Los combatientes se acercaron para hacer sombra, lo cual me permitió tomar la imagen. He tenido mucha suerte", refirió el reportero gráfico.
En un primer momento, la AFP no pudo determinar si Gadafi estaba vivo o muerto o en esa fotografía. La imagen muestra al ex dirigente libio con la ropa y el rostro ensangrentados, y los ojos semiabiertos.
La AFP decidió entonces difundir una información que daba cuenta de la existencia de la foto, en la que se ve a Gadafi "con la cara y la ropa ensangrentadas".
Menos de una hora más tarde, un portavoz del Consejo Nacional de Transición (CNT, ex rebelión) confirma a la AFP que Muamar Gadafi ha muerto. La foto ya ha dado la vuelta al mundo.
Más tarde, la AFP difunde un video, que muestra la misma escena. Muamar aparece vestido con un pantalón militar, transportado por combatientes del CNT muy excitados. Algunos de ellos disparan al aire para manifestar su alegría.

El fotógrafo que la obtuvo, Philippe Desmazes, cuenta: "Estaba cubriendo la caída de Sirte y oí disparos al oeste de donde me encontraba. Los rebeldes nos explicaron que algunos hombres de Gadafi habían tratado de abrirse paso hacia el oeste por la noche. Hubo combates, pero aquello parecía más un festejo que un combate".
"Les pedí entonces a los combatientes que me llevasen a ese lugar. Una vez ahí, me mostraron unos grandes cilindros de hormigón en los que, según dijeron, Gadafi se había escondido antes de su captura. Un poco más lejos, vi a unos combatientes alrededor de un teléfono. Tuve la suerte de ser el único en haberlos notado".
"El dueño del teléfono me mostró las imágenes de la captura de Gadafi, filmada pocos minutos antes. Con la luz ambiente era muy difícil captar la pantalla. Los combatientes se acercaron para hacer sombra, lo cual me permitió tomar la imagen. He tenido mucha suerte", refirió el reportero gráfico.
En un primer momento, la AFP no pudo determinar si Gadafi estaba vivo o muerto o en esa fotografía. La imagen muestra al ex dirigente libio con la ropa y el rostro ensangrentados, y los ojos semiabiertos.
La AFP decidió entonces difundir una información que daba cuenta de la existencia de la foto, en la que se ve a Gadafi "con la cara y la ropa ensangrentadas".
Menos de una hora más tarde, un portavoz del Consejo Nacional de Transición (CNT, ex rebelión) confirma a la AFP que Muamar Gadafi ha muerto. La foto ya ha dado la vuelta al mundo.
Más tarde, la AFP difunde un video, que muestra la misma escena. Muamar aparece vestido con un pantalón militar, transportado por combatientes del CNT muy excitados. Algunos de ellos disparan al aire para manifestar su alegría.
El hijo del fallecido Muamar el Gadafi, Mutasim, ha sido detenido por las fuerzas rebeldes en Sirte según confirmó a Efe desde Bengasi, en el este de Libia, el portavoz del CNT Shams Eddin.
Mutasim, médico de formación, había asumido el papel de consejero de seguridad de su padre y, según los dirigentes rebeldes, él era el responsable de las brigadas fieles al antiguo régimen que combatían contra las fuerzas del CNT en Sirte, ciudad natal del líder libio.

Mutasim, médico de formación, había asumido el papel de consejero de seguridad de su padre y, según los dirigentes rebeldes, él era el responsable de las brigadas fieles al antiguo régimen que combatían contra las fuerzas del CNT en Sirte, ciudad natal del líder libio.
El coronel Muamar al Gadafi, conocido por sus excentricidades y errática política en sus 42 años de omnipresente dictadura, sólo encontró refugio en su ciudad natal de Sirte, cuya muerte hoy ha sido anunciada por las tropas rebeldes del Consejo Nacional de Transición.
Todos las especulaciones sobre su paradero, la incógnita desde que el pasado 22 de agosto abandonó precipitadamente el palacio de Bab El Aziziya en Trípoli, han concluido con la muerte, según los rebeldes, del otrora poderoso mandatario, que sólo encontró refugio con la tribu de los Gadadfa, de la que él mismo era miembro.
Sirte, ciudad a la que solía llevar a los mandatarios africanos y a sus huéspedes internacionales para las celebraciones con las que trataba de edificar su imagen de líder africano y panárabe, era el último enclave gadafista al que podía ir.
Todos los suntuosos palacios, alojamientos de lujo y avenidas de la ciudad con las que en su megalomanía pretendía impactar a sus huéspedes han sido testigos y pasto de los feroces combates que han devastado la ciudad y explican la férrea resistencia de los últimos combatientes gadafistas, leales hasta el final.
En la estampida de los prohombres del régimen de la capital la última semana de agosto pudo comprobarse cómo ésta fue inesperada, pese a que la sublevación popular comenzó ocho meses antes y contaba con el respaldo militar de la OTAN.
Pareciera como si quien durante tantos años dominase a su antojo el poder fuese incapaz de asimilar que podía ser destronado.
Sus veleidades sin fin no le habían granjeado simpatías en las capitales árabes u occidentales y sus aliados de los países africanos, muchos de los cuales han recibido sus donaciones y también sus intromisiones, no han sido suficientes para evitarle este final.
Nacido en la ciudad de Sirte en 1942 y criado en una familia dedicada al pastoreo de camellos, logró estudiar para acceder a la Academia Militar, donde aprovechó las enseñanzas de liderazgo y alcanzó el mando absoluto mediante un golpe de Estado el 1 de septiembre de 1969 cuando derrocó al rey Idris Senussi, en el poder desde la independencia del país en 1951.
Su enfrentamiento con Estados Unidos tuvo su episodio bélico con el bombardeo en 1986 de su palacio en Trípoli y la ciudad portuaria de Bengasi por orden del entonces presidente estadounidense, Ronald Reagan, en represalia por un atentado terrorista en una discoteca berlinesa frecuentada por militares norteamericanos.
La escalada tuvo su cénit con la aprobación de sanciones en 1992 por el Consejo de Seguridad de la ONU ante su negativa a entregar a dos sospechosos del atentado contra el avión de Pan Am cuando sobrevolaba Lockerbie (Escocia) en 1988 y en el que murieron 270 personas.
El desmoronamiento de su Yamahiria (República) Árabe Libia Popular Socialista, con una huida con lo puesto de sus más significativos dirigentes, incluida su familia, dejó al descubierto un régimen de latrocinio, rapiña y represión completamente inerte e incapaz de hacer frente a las columnas de rebeldes que en apenas unas horas pusieron en fuga su defensa capitalina.
Su presencia en Sirte, explica ahora su empeño en defender este enclave desde el inicio de los combates hace ochos meses y la fragilidad de las defensas capitalinas, muy castigadas por los bombardeos de la OTAN, que sólo le permitieron una retirada ordenada hacia el sureste, en dirección al aeropuerto pero cuyo destino final era Sirte.
Por el camino perdió a su hijo Hamis, encargado del frente militar, muerto en los combates el 29 de agosto, mientras su mujer Safia, y tres de sus hijos, Mohamed, Aníbal y Aisha emprendían el camino del exilio en Argelia.
De Saif el Islam, la cara mediática en los últimos tiempos de la apolillada y acartonada Yamahiria, nada fehaciente se ha sabido salvo esporádicos llamamientos a la guerra, ni tampoco de Mustasim, asesor de seguridad nacional desde 2010 aparentemente también capturado hoy.
En sus cambiantes políticas encaminadas a resplandecer como líder árabe recurrió a la desestabilización de países africanos, increpó a los dirigentes palestinos y de otras naciones árabes que auspiciaron negociaciones con Israel, aunque durante la guerra del Golfo Pérsico, en 1991, se abstuvo de apoyar a Sadam Husein.
Entre sus "genialidades" políticas -además de su Libro Verde- en torno a la unidad del mundo árabe ha pretendido establecer alianzas que le pusieran al frente de unos Estados Unidos del Sáhara, o efímeras fusiones con Egipto, Túnez, Argelia o Marruecos.
Mientras el jefe del clan dedicaba el tiempo al culto a su personalidad, sus vástagos acumulaban propiedades de ensueño poco acordes con las proclamas de una república popular y disfrutaban de amplios contactos en los circuitos internacionales del poder y el dinero.
Implacable en la represión de cualquier disidencia, logró sobrevivir al embargo al que fue sometido, y a pesar de sus contactos clandestinos desde 1984 con la red de tráfico nuclear del ingeniero paquistaní A.Q. Khan, en 2003, Estados Unidos y Libia iniciaron una acercamiento después del anuncio de la renuncia de Gadafi al desarrollo de armas de destrucción masiva.
Su salida del llamado "eje del mal" culminó en el intercambio con Washington de embajadores en 2008, pero su acercamiento a un Occidente ávido de suministros petroleros, no le evitó que la represión interna desatase finalmente una rebelión popular que acabó con su régimen.
Todos las especulaciones sobre su paradero, la incógnita desde que el pasado 22 de agosto abandonó precipitadamente el palacio de Bab El Aziziya en Trípoli, han concluido con la muerte, según los rebeldes, del otrora poderoso mandatario, que sólo encontró refugio con la tribu de los Gadadfa, de la que él mismo era miembro.
Sirte, ciudad a la que solía llevar a los mandatarios africanos y a sus huéspedes internacionales para las celebraciones con las que trataba de edificar su imagen de líder africano y panárabe, era el último enclave gadafista al que podía ir.
Todos los suntuosos palacios, alojamientos de lujo y avenidas de la ciudad con las que en su megalomanía pretendía impactar a sus huéspedes han sido testigos y pasto de los feroces combates que han devastado la ciudad y explican la férrea resistencia de los últimos combatientes gadafistas, leales hasta el final.
En la estampida de los prohombres del régimen de la capital la última semana de agosto pudo comprobarse cómo ésta fue inesperada, pese a que la sublevación popular comenzó ocho meses antes y contaba con el respaldo militar de la OTAN.
Pareciera como si quien durante tantos años dominase a su antojo el poder fuese incapaz de asimilar que podía ser destronado.
Sus veleidades sin fin no le habían granjeado simpatías en las capitales árabes u occidentales y sus aliados de los países africanos, muchos de los cuales han recibido sus donaciones y también sus intromisiones, no han sido suficientes para evitarle este final.
Nacido en la ciudad de Sirte en 1942 y criado en una familia dedicada al pastoreo de camellos, logró estudiar para acceder a la Academia Militar, donde aprovechó las enseñanzas de liderazgo y alcanzó el mando absoluto mediante un golpe de Estado el 1 de septiembre de 1969 cuando derrocó al rey Idris Senussi, en el poder desde la independencia del país en 1951.
Su enfrentamiento con Estados Unidos tuvo su episodio bélico con el bombardeo en 1986 de su palacio en Trípoli y la ciudad portuaria de Bengasi por orden del entonces presidente estadounidense, Ronald Reagan, en represalia por un atentado terrorista en una discoteca berlinesa frecuentada por militares norteamericanos.
La escalada tuvo su cénit con la aprobación de sanciones en 1992 por el Consejo de Seguridad de la ONU ante su negativa a entregar a dos sospechosos del atentado contra el avión de Pan Am cuando sobrevolaba Lockerbie (Escocia) en 1988 y en el que murieron 270 personas.
El desmoronamiento de su Yamahiria (República) Árabe Libia Popular Socialista, con una huida con lo puesto de sus más significativos dirigentes, incluida su familia, dejó al descubierto un régimen de latrocinio, rapiña y represión completamente inerte e incapaz de hacer frente a las columnas de rebeldes que en apenas unas horas pusieron en fuga su defensa capitalina.
Su presencia en Sirte, explica ahora su empeño en defender este enclave desde el inicio de los combates hace ochos meses y la fragilidad de las defensas capitalinas, muy castigadas por los bombardeos de la OTAN, que sólo le permitieron una retirada ordenada hacia el sureste, en dirección al aeropuerto pero cuyo destino final era Sirte.
Por el camino perdió a su hijo Hamis, encargado del frente militar, muerto en los combates el 29 de agosto, mientras su mujer Safia, y tres de sus hijos, Mohamed, Aníbal y Aisha emprendían el camino del exilio en Argelia.
De Saif el Islam, la cara mediática en los últimos tiempos de la apolillada y acartonada Yamahiria, nada fehaciente se ha sabido salvo esporádicos llamamientos a la guerra, ni tampoco de Mustasim, asesor de seguridad nacional desde 2010 aparentemente también capturado hoy.
En sus cambiantes políticas encaminadas a resplandecer como líder árabe recurrió a la desestabilización de países africanos, increpó a los dirigentes palestinos y de otras naciones árabes que auspiciaron negociaciones con Israel, aunque durante la guerra del Golfo Pérsico, en 1991, se abstuvo de apoyar a Sadam Husein.
Entre sus "genialidades" políticas -además de su Libro Verde- en torno a la unidad del mundo árabe ha pretendido establecer alianzas que le pusieran al frente de unos Estados Unidos del Sáhara, o efímeras fusiones con Egipto, Túnez, Argelia o Marruecos.
Mientras el jefe del clan dedicaba el tiempo al culto a su personalidad, sus vástagos acumulaban propiedades de ensueño poco acordes con las proclamas de una república popular y disfrutaban de amplios contactos en los circuitos internacionales del poder y el dinero.
Implacable en la represión de cualquier disidencia, logró sobrevivir al embargo al que fue sometido, y a pesar de sus contactos clandestinos desde 1984 con la red de tráfico nuclear del ingeniero paquistaní A.Q. Khan, en 2003, Estados Unidos y Libia iniciaron una acercamiento después del anuncio de la renuncia de Gadafi al desarrollo de armas de destrucción masiva.
Su salida del llamado "eje del mal" culminó en el intercambio con Washington de embajadores en 2008, pero su acercamiento a un Occidente ávido de suministros petroleros, no le evitó que la represión interna desatase finalmente una rebelión popular que acabó con su régimen.
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