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martes, 24 de abril de 2012

El jefe de escolta de Caamaño niega coronel fuera a embajada EEUU a rendirse

SANTO DOMINGO.-“Caamaño no era hombre de pedir perdón”. Así de categórico y sin ocultar su indignación se expresa Germán Ureña, el ex hombre rana y quien fuera jefe de la escolta del héroe de la Guerra de Abril de 1965.


A 47 años de la gesta patriótica,  Ureña recuerda como si fuera ayer lo ocurrido la tarde del 27 de abril de 1965, cuando acompañó a Caamaño y a otros líderes constitucionalistas a la embajada de Estados Unidos en Santo Domingo, adonde acudieron a solicitarle que intervinieran para detener el bombardeo a civiles de parte de la aviación comandada por Elías Wessin Chávez.

“A  las 2 o 3 de la tarde estuvimos en la embajada americana, donde Caamaño, dice este señor, fue a pedir perdón. Caamaño no era hombre de pedir perdón, todavía creo que no lo pide después de muerto, igual el que lo acompañaba, Ramón Montés Arache, tampoco pedía perdón. Eran dos hombres íntegros y sabían lo que estaban haciendo”, dice Ureña.

No quiero faltarle al respeto a ese señor, pero me gustaría que él conociera a la persona, porque a la persona se puede conocer fácil para lo que da, asegura convencido.

El periodista e investigador italiano Piero Gleijeses afirma en su libro “La Esperanza desgarrada” que el 27 de abril de 1965 “cuando  parecía que la resistencia se estaba desmoronando, un grupo de militares constitucionalistas, entre los cuales estaban Francisco Caamaño  y Fernando Ramírez,  fueron a la embajada norteamericana para decirles a los americanos  que ya no podían seguir peleando y que ellos estaban dispuesto a aceptar la junta militar que exigía San Isidro.

Allí, prosiguió el historiador, los recibió el consejero político de la embajada quien les dijo que ellos no podían  tomar una decisión  definitiva  sin la aprobación del entonces presidente  Molina Ureña, por lo que el grupo de militares y políticos se dirigió al  Palacio Nacional y le solicitó al presidente Ureña que se uniera a su petición  de aceptar una junta militar, es decir, una rendición, propuesta que Ureña aceptó.
Pero Ureña, quien a la una de la tarde de ese 27 de abril fue asignado por Montes Arache como jefe de la escolta de Caamaño, tiene una versión muy distinta.

La visita a la embajada EU
“Nosotros llegamos allí como de 2 a 3 de la tarde y Caamaño, no fue a pedir perdón, sino a decirle que hagan un alto al fuego para ordenar la situación, porque la situación estaba prácticamente fuera de control, entonces el señor embajador (W. T. Benett) en primer lugar no quería dejarlo hablar o no lo dejó hablar, mejor dicho”, dijo Ureña  tras resaltar los momentos de tensión que se vivieron aquella tarde en la legación diplomática.

Caamaño –recuerda Ureña- le pidió la palabra tres veces al embajador “y a las tres veces nos fuimos”. Señala que el diplomático siguió a Caamaño hasta la puerta de la embajada para que hablara y entonces –subraya- el hombre que a partir de ese día se  convertiría en el líder indiscutible de los constitucionalistas, le dijo al gringo que ya no era tiempo de hablar que él sabía lo que iba a hacer.

Caamaño le echa un coño al embajador
El embajador estaba dejando hablar a otras personas, pero a Caamaño no le quería dar, ni le dio la palabra, lo cual interpreta como una falta de respeto, recuerda Ureña.

“Caamaño le echó un coño al embajador y le dijo: yo sé lo que voy a hacer”, sostiene el hombre que tenía a su cargo la seguridad del hombre que por azar se convirtió en el héroe de la más grande epopeya del pueblo dominicano durante el siglo XX.

De ahí, indica, Caamaño, Montes Arache y otros patriotas se dirigieron al puente “y pasó lo que pasó”, en aquella histórica batalla librada en la cabecera del puente Duarte donde los constitucionalistas derrotaron a las tropas golpistas de Wessin y Wessin.
Desconoce versión de Piero
Ureña dijo que no tiene conocimiento de la reunión que según refiere Piero se produjo en la mañana de ese mismo día,  “me reuní con Caamaño alrededor de la una de la tarde cuando me nombraron jefe de  su escolta”. El libro de Piero se basa en documentos desclasificados del Departamento de Estado.

Cuando llegamos a la embajada unos militares, que entiendo yo que eran americanos,  intentaron desarmarnos, pero Montés Arache dijo que no les quitaban las  armas a nadie.

“Caamaño no entró desarmado, entró con su pistola, Claudio entró con su pistola, yo entré con mi pistola y  Montés Arache con su fusil”.

Aunque en cierto modo los constitucionalistas esperaban la intervención de los norteamericanos, nunca se imaginaron que al día siguiente, el 28 de abril, serían 42 mil marines los que desembarcarían al en territorio dominicano para frustrar el triunfo militar de quienes arriesgaban sus vidas en la defensa de la democracia y la soberanía nacional, pero esto no doblegó su decisión de luchar y enfrentaron con gallardía a los invasores.
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o que comenzó como una guerra civil, se transformó a partir en una guerra patria, en una revolución antiimperialista considerada por los historiadores como el acontecimiento más importante de la historia dominicana del siglo XX.
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