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domingo, 29 de julio de 2012

Advierte el crimen de estado hace sudar empuñadura de la espada restauradora


Fuente/Ciudadoriental-Por Rafael Pércival

Percival Peña
El llanto restaurador indomable se eleva al escuchar el silbido del viento en el espacio sideral. Busca un nuevo brío de orden social. La mirada de la espada queda triste enmudecida porque el alma pende en un hilo. Frisada en el tiempo. Sollozando, abrumada, meditabunda en lontananza, de su abismo sepulcral en el cual metieron a nuestra patria. 
Ella se sacude tratando de recuperar su encanto emocional, social, guerrero, en el “Grito insuperable de la colina histórica” mordida  por el polvo de la humillación nacional y cayo la venda de los ojos de los incautos para esclavizar al pueblo. La gobernabilidad tuberculosa tose el chirrido ensangrentado de sus pulmones famélicos.

Nuevas rutas libertarias se oyen a los lejos, en el monte, entre las guasábaras, de los recovecos de los matorrales. Un canto sólido suelta las bridas de sus amarras entre la brisa del nuevo espíritu del alma como cuerpo social ante la mirada fúnebre de los escépticos.

El replicar de las campanas alerta las golondrinas del campanario y voces reclamantes retumba en los meandros de la conciencia inhóspita, de la voz aturdida en el desalojo de la dignidad pérdida.

La espada restauradora retumba y vive en el miasma más podrido de las deyecciones macabras de los que tienen oídos para oír y no quieren oír. Esa espada restauradora fue escondida por los inescrupulosos sin razón, trataron de esconderla con su perversidad y olvido.

Han vivido de fiesta en fiesta con costumbres morigeradas en las ostentaciones del boato y dilapidando grandes fortunas de la patria. La corrupción campea por su fuero, pobreza e iniquidad social, abruma al pueblo la injusticia en la connivencia de las jaurías de los ministriles magistrados. La inobservancia y la dejadez con el desorden es una cola ancha y larga.

Cada día que pasa se siente, el aroma libertario de la espada restauradora, se afila el rancio hierro mordido por los años y el oxido engendrado por las lluvias ácidas y el tiempo transcurrido del machete libertario en el desgano de la patria y sus hombres. La queja musita el labio humedecido por la desesperanza parasitaria dentro de un papel plástico.

La espada restauradora quemada con el desdén de los incrédulos, recupera su espíritu indomable; puso en polvareda una vez hizo huir al enemigo de la República. La libertad inducida por aquellos hombres analfabetos sudorosos, late en el corazón y el alma de la patria como nunca antes.

Una voz estridente reclama su agonía en el frio pantano del olvido. Cada día que pasa, cada segundo, el crimen de estado hace sudar su empuñadura y el filo irremediable de la  prótesis, inseparable del restaurador,  justificando su existencia del derecho de buscar la libertad de nuestro pueblo.

Tratan de suprimir el sujeto de la historia, y cobra vida su existencia misma, recuperando su voz pérdida entre el eco montañoso de libertad del pueblo dominicano.

No hay ningún trillo sin espacio, ningún camino. Ninguna voz de los trinitarios se escucha en el rumor de su angustia del pueblo, solo el gemido amargo de la derrota. De la opresión se siente en lo largo y ancho del tumulto  de la desesperación del dominicano.

La razón pierde su vida. La ilusión se desvanece en el al canto del ruiseñor amargado, aturdido y resentido por el destino perdulario que han cobijado en sus entrañas.

El tufo borracho del mar Caribe perdió el aroma de su sabor y se desvanece en  lontananza.

Tres Santos tuvieron que juntarse para darnos la libertad en aquella gesta gloriosa. SAN RAFAEL: 24 de octubre de 1891 día en que nació Trujillo; SAN FERNANDO: 30 de mayo 1961, día que mataron al dictador, Y SAN CRISTOBAL: Ciudad donde se dirigía para entregarnos la libertad deseada, la noche de la gran traición 30 de mayo). Cien años antes la anexión regaba su estiércol de opresión sobre cada dominicano en la isla.

El inmediatismo y el individualismo enfermizo, entrelazados, al oportunismo, se ha adueñado del pensamiento libertario: ¡SALVESE QUIEN PUEDA! Se esgrime a todo pulmón y se oye una voz a lo lejos que retumba entre el eco de la montaña es el ciego José Contreras. Valiente, limpio, el polvo de su rodilla sin poder, aquel 19 de mayo de 1861.

Después de ese fusilamiento todo campea por su fuero en nombre de la Democracia representativa.

El mar, junto al monte escabroso, perdió el encanto de su aroma añejo y alcoholado en su desagravio……Hemos perdido la propia patria que late en el pecho henchido del dominicano de antaño. El fogón de la patria no se ve, no se huele, no se siente. Es una vaina encendida en el pecho patriótico de cada dominicano. Lógico al que le duele la patria. Late, respira, vive en el pecho sagrado de cada dominicano restaurador que nos dio razón de ser aquel día de Capotillo.

Lo han podrido todo, lo han destruido todo, lo han corrompido todo, lo han envenenado todo, lo han secuestrado todo, lo han contaminado todo. Lamentablemente es así…

El filo rancio y oxidado de la espada restauradora cobra vida cada día, magullado en su borde, pero todavía respira cada minuto, cada segundo, cada instante.

Nuestra República será restaurada; no le quepa la menor duda. El presente político es incierto. Una ventisca crece en el torpe torrencial. Una causa, un brote, una brizna en el borde del camino, un cuerpo en libertad y una visión de ser República de nuevo, se siente y presiente olisquea a muchas leguas, y retumban en cada rincón de la nación.

La voz de Luyeron se siente, estremeciendo y removiendo los cimentos colgantes de las palmeras de los hombres. Más que nunca retumba su voz de mando en el sillón de la viuda. Allí, freno en el aro el atino del invencible hasta entonces Márques de la Carrera, con todo su poderío imperial español.

Nuestra tierra hoy es otra. La razón perdió vida. Enterramos nuestro espíritu de nación con el afán del lucro, el robo y el latrocinio. Los pasos determinados son firmes necesitan hoy cuerpos y vida social. El chupón altivo del canto de la cigua palmera, revolotea en los campos sagrado del fragor del combate mañanero restaurador.

El fundamento de nuestra existencia ha sido borrado por la mentira, el engaño y el robo político.

Nuestros padres trinitarios, y restauradores han sido mancillados y olvidados: se quejan amargamente en sus tumbas solitarias. Por la infamia, la burla y las mentiras !Eso no ha sido casual! Debemos asumir el juramento fundador de la República de nuevo. Cada día que pase, es un paso atrás, en contra de la patria.

La República clama a grito su reivindicación.

Los elementos indispensables de estos tiempos calamitosos sobran. Se  aproxima el fantasma del hambre y el desorden que planea sobre toda la cabeza de la nación.

La espada misma de la historia, la memoria y los hechos restauradores de la verdadera República Dominicana de nuestros días y la democracia justa E invaluable, vive hoy más que nunca ¡No nos olvidemos de ella!

Somos miembros de una monarquía poderosa estructurada políticamente, pero actualmente solo experimentamos los vicios permeados de su Constitución ¡VIVAN LOS RESTAURADORES! ¡VIVA LA 
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