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domingo, 5 de abril de 2015

Acusan al DICRIM de ejecutar un joven con un balazo en la nuca en Los Mina

Por Robert Vargas
Esta parece ser la trama de una de esas películas norteamericanas en las que unos policías se creen con derecho a ejecutar a presuntos o reales delincuentes, salen en su persecución, los asesinan y luego ellos mismos se involucran en la "investigación".
En las películas, la "misión" de los policías criminales es "limpiar" la ciudad de rufianes, de los cuales terminan siendo socios y, cuando ya no les sirven, entonces los matan a sangre fría.

Sin embargo, lo que le  narramos en esta historia no es ficción, sino realidad al más puro estilo de algunos policías miembros del tenebroso Departamento de Investigaciones Criminales (DICRIM), estacionados en el Departamento Felicidad, en Los Mina, donde según vecinos, existiría un escuadrón de la muerte que se considera con autoridad suficiente para ejecutar a sospechosos.
Bethania Terrero, madre de uno de esos sospechosos, Alexander Reyes Terrero, no tuvo reparos ni titubeó para acusar a los del "DICRIM de Los Mina" de ser quienes persiguieron a su hijo, que pretendía escapar en una motocicleta, lo chocaron por detrás y luego lo ejecutaron con un solo disparo en la nuca.
Luego, "los mismos que lo mataron", lo llevaron al hospital Dr. Darío Contreras, tirado en la cajuela de una camioneta junto a la moto.
Ellos sabían que el chico, de 19 años, ya era cadáver.
Todos los periodistas que estabamos en el hospital cubriendo las incidencias de la Semana Santa preguntamos a los del DICRIM sobre las circunstancias del incidente.
Ninguno soltó prenda.
Dijeron que "no somos de por aquí, pregúntenle a los de Homicidio que vendrán en un momento".
Hasta se molestaron por las insistentes preguntas.
Cuando salió a relucir que ellos eran sospechos del crimen, entonces se apartaron calladitos pretendiendo colocarse distantes de las cámaras.
Mientras tanto, el cadáver del chico estaba en la cajuela de la camioneta, con la piel del color de los muertos.
Un par de voluntarios lo sacaron de la cajuela y lo depositaron en una camilla hasta donde llegó una doctora.
Ella le miró la nuca, le tocó y dijo "está muerto", parece que fue un balazo.
Luego nos enteramos que "la bala no salió" y que el disparo fue "a corta distancia".
Las alarmas entre todos los periodistas se dispararon cuando llegó un hermano de la victima llorando y dijo que "lo mataron los del DICRIM".
-"Me mataron a mi hermano, los que lo trajeron lo mataron".
Precisamente, los que "lo trajeron" se apartaron del chico denunciante y se colocaron a la distancia con sus pistolas al cinto y al menos un fusil M16 en la mano.
Entonces llegó un oficial con aires de perdona vida y burlón a interrogar al hermano de la víctima.
Todo ocurría en la parte frontal de la Sala de Emergencias del Hospital Dr. Darío Contreras.
Cuando el oficial se dio cuenta de que estabamos grabando con nuestra cámara de vídeo, nos puso el frente directamente y, en forma amenazante, me ordenó que dejara de grabarlo".
-"Yo soy periodista", le repliqué.
-"No me importa lo que Usted sea", me advirtió en forma agresiva, aún así seguí grabando.
A decir verdad, el tipo me dio miedo.
Después de todo, la fama de asesinos de los del DICRIM no es pequeña, incluso los del DICRIM  de Los Mina, de quienes se dice que albergan a un escuadrón de la muerte denominado "el equipo".
Como había en la escena demasiadas cámaras, el oficial lo pensó mejor y no siguió hacia mi, sino que se concentró en "interrogar" al hermano de la víctima, a quien le reclamaba le dijera el apodo del muerto. No les interesaba el nombre.
-"Nosotros no trabajamos con nombres, trabajamos con apodos", dijo el oficial.
En algún momento, cuando el chico le dijo "Ustedes lo mataron", el oficial se rió.
El muchacho no quería comnversar con los interrogadores porque conocía a estos y de su relación con los posibles asesinos.
Minutos más tarde, los policías se marcharon. Misión cumplida.
Fue entonces cuando llegó la madre, Bethania Terrero.
Esta narró que un oficial al que denominan "Castillito", de servicio en el DICRIM de Los Mina, le había advertido que mataría a su hijo.
También reveló que el tal Castillito y otros miembros del DICRIM le exigían dinero, hasta 50 mil pesos, para no asesinar al jóven.
Admitió que este estaba implicado en hechos delictivos "sin necesidad".
Le imputaban robar celulares.
Según su explicación, los del DICRIM de los Mina someten a los presuintos delincuentes a extorsión. Los apresan y les exigen dinero para liberarlo. Dice  que también los torturan. A su hijo, dice, lo mataron ellos, los del DICRIM.
En el caso, de su hijo Alexander, lo mataron de un solo disparo en la nuca.
Poco antes, el oficial Castillito le había advertido, según dice, que a su hijo "le voy a dar Castillo por todas partes".
Parece que la promesa fue cumplida en forma simple: un balazo en la nuca después de chocarle la moto en la que pretendía escapar.
Bethania se resiste a admitir que la PN diga que se trató de un "intercambio de disparos" y sospecha que no se aplicará justicia.
Hasta ahora, la Policía no ha dado su versión oficial, aunque para todos en el vecindario de Los Mina, próximo a la intersección de la avenida San Vicente de Paúl y Trina Moya de Vasquez, se trató de "una ejecución".
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