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mayo 30, 2018
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Un grupo de hombres armados de su
entorno, se llenaron de valor, pues la represión era aterradora, y con una única motivación, la búsqueda de la
libertad, arriesgaron sus vidas para liberar al pueblo dominicano de la más
cruel y sanguinaria dictadura que ha tenido el país, donde murieron más de 50
mil personas, y que se mantuvo a base de
terror y represión por 31 años.
La acción estuvo a cargo de
grupos político-militares que tenían la responsabilidad, primero, de ajusticiar
al tirano y luego de proceder a una segunda fase, consistente en apresar a la
familia Trujillo y a sus sucesores con miras a generar un cambio en la cúpula política
y militar del régimen.
Dentro de los grupos que
conformaban el complot y ajusticiaron al tirano estuvieron Antonio de la Maza,
Antonio Imbert Barrera, Salvador Estrella Sadhalá, Amado García Guerrero, Pedro
Livio Cedeño, Huáscar Tejeda Pimentel y Roberto Pastoriza Neret.
La ejecución del dictador tuvo
lugar en la avenida George Washington, momentos en que este se dirigía a su
natal ciudad de San Cristóbal.
La fecha ha sido bautizada como
el Día de la Libertad, en el país se realizan varios actos en homenaje a los
héroes que encabezaron esa proeza.
Aunque la conspiración estaba
debidamente planificada, las cosas no se dieron de acuerdo a la estrategia pautada,
el ajusticiamiento tuvo que adelantarse, sin embargo, cumplió su objetivo,
terminó con la Era de Trujillo, como se le conoce a este período de la historia
dominicana.
Y es que, cuando Antonio de la
Maza recibió la información que la noche del martes 30 de mayo Trujillo iría a
su casa en San Cristóbal, no dudó ni un
instante, supo que había llegado el día. En ese momento podía olerse en el
aire la tan esperada libertad, por lo
que de inmediato contactó a Salvador Estrella Sadhalá, Antonio Imbert Barreras,
Huáscar Tejeda, Amado García Guerrero, Roberto Pastoriza y Pedro Livio Cedeño.
Ese día, a las 9:45 de la
noche, los conspiradores, divididos en tres vehículos, emboscaron el Chevrolet
azul en el que viajaba el dictador por la avenida George Washington.
Los primeros en disparar fueron
De la Maza y García Guerrero. El tiroteo fue intenso, la lluvia de balas obligó a
que los ajusticiadores, Trujillo y su chofer salieran de los vehículos y
que el enfrentamiento se produjera en
medio del paseo central de la avenida.
Más de 60 balas de diversos
calibres impactaron en el carro, siete
de ellas dieron en el blanco, el cuerpo del dictador.
Sin embargo, dos disparos
fueron los mortales, el primero de ellos, el que salió de la escopeta de Imbert
impactando en el pecho del tirano, esta descarga se produjo a tan pocos metros
que hizo que Trujillo cayera y quedara
tendido boca arriba en el piso.
Los conspiradores tenían que
asegurarse de la culminación de esta época, y entonces, fue cuando De la Maza se
aproximó cautelosamente al cuerpo del dictador y le dio la estocada final, un
tiro en la barbilla.
No obstante, aunque lograron la
tan anhelada libertad, los precursores no pudieron disfrutarla, pues en la escena donde se produjo el ajusticiamiento
dejaron varias pistas, además de que un
testigo del hecho vivió, el chofer de
Trujillo, Zacarías de la Cruz, la unión
de todos estos factores dio con la captura y acribillamiento de los libertadores del pueblo dominicano.
El 2 de junio de 1961 agentes
del Servicio de Inteligencia Militar (SIM)
irrumpieron en la casa del teniente Amado García Guerrero donde lo
asesinaron de varios disparos de ametralladoras. El 4 de junio de ese mismo año
fueron asesinados otros dos implicados, Juan Tomás Díaz y Antonio de la Maza.
El 10 de junio fue apresado y torturado el general José René Román
Fernández Pupo, quien fungía como
secretario de las Fuerzas Armadas de la dictadura, ya que se descubrió que éste
estaba vinculado al asesinato.
El 18 de noviembre fueron
capturados Roberto Rafael Pastoriza Neret, Pedro Livio Cedeño Herrera, Luis
Salvador Estrella Sadhalá, Modesto Díaz Quezada, Huáscar Antonio Tejeda
Pimentel y Luis Manuel Cáceres Michel Tunti, éstos fueron llevados a la
Hacienda María en San Cristóbal, donde
fueron fusilados por órdenes de Ramfis Trujillo, hijo del tirano.
Casi todos los implicados en el complot
para acabar con el tirano pagaron con sus vidas su hazaña. Sin embargo, el
sacrificio no fue en vano; hoy los
dominicanos viven en democracia y con la esperanza de que nunca más vuelva un
Trujillo por esta tierra
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