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lunes, 11 de diciembre de 2023

Oxidados barcos varados en un desierto llamado Mar de Aral

 Oxidados barcos varados en un desierto llamado Mar de Aral

Fuente El Rincón
de Sele.com
Cuando llegamos a Moynaq, una de las ciudades más remotas y desoladas de la República Autónoma de Karakalpakstán (dentro de Uzbekistán), y vimos en el cartel de bienvenida la figura de un pez nos pareció una broma macabra. Aquel fantasmagórico lugar había sido próspero décadas antes cuando se trataba de uno de los puertos principales del Mar de Aral, el cuarto lago más grande de todo el Planeta. Pero tras el que probablemente fuera el mayor desastre ecológico de la Historia, consentido y orquestado, ha quedado batido en la pereza y soledad de un desierto de partículas tóxicas cuya orilla se ha perdido a cientos de kilómetros, siéndole robado el presente y el futuro. El Mar de Aral es apenas un 10% de lo que fue, y lo que queda, absolutamente contaminado, se ha alejado de puertos como Moynaq dejándolos a expensas del olvido y de un vetusto y oxidado cementerio de barcos que ya no tienen razón de ser. El viento no movía olas sino granos de veneno bacteriológico que se colaba en las paredes herrumbrosas de aquellas embarcaciones rodeadas de anacronismo y pesadumbre. Nunca pensé que fuera a quedarme sin palabras…

Barco varado en el Mar de Aral (Uzbekistán)

Uno de los retos de nuestro viaje a Uzbekistán era pasar del cielo de la Ruta de la Seda a ser testigos del infierno que provocó la falta de ética y sensibilidad del ser humano para permitir que el mundo perdiera uno de sus grandes mares. El Mar de Aral ya no es un mar inmenso y abundante, sino algo perdido en un desierto envenenado y maldito. Y allí estuvimos para verlo con nuestros propios ojos.

¿CÓMO Y POR QUÉ SE SECÓ EL MAR DE ARAL?

Cuando se viaja a Uzbekistán uno ansía visitar lugares como Samarkanda o Bukhara y meterse en la piel de Marco Polo, Ibn Battuta o el español Ruy González de Clavijo para tocar con los dedos el corazón de la Ruta de la Seda. Pero muy a menudo, tras un escenario histórico glorioso, uno se encuentra viajando con guerras, injusticias sociales y verdaderos asesinatos ecológicos con lugares vitales para el Medio Ambiente no sólo de una región o un país sino de todo el mundo. La historia del Mar de Aral, de la que se habla poco o nada, es la de uno de los mayores atentados que se han perpetrado en contra de la Naturaleza, y en contra de una Sociedad que sólo puede aspirar a emigrar bien lejos porque le han arrebatado el futuro. Trataré de ser lo más explícito y breve posible para hacer comprender cómo se desecó a conciencia un mar interior de 68.000 kilómetros cuadrados, más o menos la extensión de la superficie de un país como Irlanda o la suma de dos Comunidades Autónomas de España juntas como pueden ser Aragón y Valencia.

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