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sábado, 22 de diciembre de 2018

Reacción del coronel Bello ante la mujer que abrió sus piernas; el agente del DNI y un tiro en la recámara

Fuente/Ciudadoriental.com

Por Robert Vargas
Durante la madrugada de ayer domingo 16 de diciembre, aquella mujer jóven abrió sus piernas de par en par y observó sonriente “su naturaleza” que ella misma percibía como algo “grande”. Su amiga, la observó asombrada.

Pero la mujer estaba atenta al coronel Franklin Bello, quien es el comandante de la Policía Nacional en el Departamento E-2, con asiento en el cuartel Felicidad, de Los Mina.


A ella no le importó que ese colmadón estuviera repleto de policías, militares y hasta un fiscal que requisaban a todo el mundo en busca de armas de fuego, armas blancas y drogas. Su atención estaba enfocada en el coronel Bello.

La joven vestía un ajustado pantalón color rosa y una blusa con tela de franela.

A pocos pasos de ella y su amiga estaba el general Ludwin Suardí Correa, un oficial superior de la Fuerza Aérea Dominicana, un fiscal, varias mujeres y otros hombres que disfrutaban de la madrugada ingiriendo alcohol.


El General Suardí sostiene una pistola incautada en un colmadón del Ensanche Ozama
Suardí Correa tenía en sus manos un revólver que le acababan de ocupar a un hombre que llevaba en su cartera un carnet del Departamento Nacional de Investigaciones, (DNI), la policía política del gobierno.

Era la primera arma de fuego, de cuatro que se incautaron entre Los Mina y el Ensanche Ozama en la segunda “visita sorpresa” durante las madrugadas de las tropas comandadas por Suardí Correa en drinks, discotecas y colmadones de esta parte de Santo Domingo Este.

A la jóven mujer no le importaban las armas de fuego ni  blanca, ni que buscaran drogas, ni la masiva presencia de tropas en aquel colmadón y en su entorno en Vietnam, en el norte de Los Mina.

Su mirada delataba su aparente fascinación por el coronel Bello, mientras mantenía las piernas abiertas en forma sugerente.

Es más, tampoco le importaba que las cámaras estuvieran captando la escena.

Todo fue muy rápido, pero la cámara de Ciudad Oriental captó la escena. Ella quería decirle algo al oficial.

Mientras tanto, el general Suardí Correa sacó del tambor del revólver las seis balas que contenía y su propietario se mantenía sonriente y colaborador. El revólver parece que lo tiene en posesión amparado en un “formulario 25”, de esos que usan los cuerpos armados de República Dominicana para dotar de armas a sus colaboradores y “calieses”.


El presunto agente del DNI (camiseta roja) a quien le ocuparon el revólver en Vietnam de Los Mina
Aunque el negocio y su entorno estaban repletos de personas, este presunto agente del DNI era el único que llevaba encima un arma. Quizás ni le importa lo que digan las autoridades de aquello de que policías y militares deben abstenerse de ir con armas de fuego a esos centros de diversión.

Pero, esa es la realidad, ayer en la madrugada se comprobó que quienes más van con armas a los drinks, discotecas y colmadones de Santo Domingo Este no son civiles, sino policías, militares y los relacionados con estos.

(En un momento les digo lo que hizo el coronel Bello cuando la mujer le tocó ligeramente por un brazo y le solicitó de manera sugerente que “revisame aquí”, señalando su órgano sexual).

Antes debo explicarles que las apariencias sugieren que las “visitas sorpresas” de Suardí Correa con sus tropas y fiscales ya van dando sus frutos.

Su intención es prevenir incidentes sangrientos y mortales en estos escenarios de elevada concentración de personas que beben alcohol y, en algunos casos, consumen “sustancias controladas”, tal como se comprobó al ingresar a un estrechísimo “drink” de Katanga, donde solo se respiraba el humo de marihuana.


Armas ocupadas a dos oficiales de la PN en Katanga
La estrategia de Suardí Correa

Esta ha consistido en llegar a los lugares que van a inspeccionar con una masiva presencia de tropas. Van en la comitiva policías de la Preventiva, un oficial superior de las Fuerzas Armadas (por si acaso se encuentran con algún militar violento que no quiera ser sometido por los policías), un fiscal, y en las motos y en un camión, un impresionante número de “topos”.

Estos últimos, vestidos de negro, chalecos antibalas también negros, armas de asalto ligeras y los rostros cubiertos con pasamontañas, también negros, tienen un efecto sicológico paralizante.

Unos van delante, y otros, en buen número, cubriendo la retaguardia, puesto que saben que al salir de esos barrios pueden ser atacados con piedras o botellas.

Hasta ahora no ha sido necesario que los “topos” actúen como ellos lo hacen.
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